El problema fue que varios de los mejores jugadores no estuvieron conformes con esa decisión. La realidad es que no había mucho más. La conmoción en Vigo por la marcha de Luis Otero fue terrible, hasta el punto de que puede decirse que fue su marcha la que encendió la secular rivalidad entre Celta y Deportivo. En 1923, tras múltiples conversaciones, los dos equipos más importantes de la ciudad, el Fortuna de Vigo y el Vigo Sporting, decidieron fusionarse en un único club, al que ambos aportarían sus mejores jugadores, y que recibiría el nombre de Celta de Vigo.