«Cuando llegué ahí, un día, fui a entrenar con una camisa nueva que me pareció muy agradable. Le jodieron una camisa especial en cosa de segundos. La siguiente cosa que vi, cuando entré al campo de entrenamiento, fue uno de esos muñecos que se colocan para practicar tiros libres con mi camisa puesta. Alfonso García sin embargo no dio los pasos oportunos para que esta idea tan almeriense pudiera llegar a materializarse.