Después de pasar catorce años entre la Serie B y la Serie C, el club, que luchaba con múltiples dificultades, se quedó la mayor parte de las décadas siguientes entre los niveles inferiores del fútbol italiano. La primera medida de Pedro Chillida como presidente fue la de llamar a un entrenador que era perfecto conocedor del club, Benito Díaz, que se encontraba en Francia entrenando al Girondins de Burdeos.